Para inaugurar este blog dedicado a cocinar y comer saludablemente, nada mejor que contar un micro-relato con algunos platos de por medio...
El
cocinero estaba en aquella cocina, sabía que podía morir ese mismo
día, él dependía de los platos que preparase para salvar su vida.
Los dos comensales habían amenazado con matar le si no les gustaba
la comida.
El
cocinero tenía que preparar dos buenos platos, de esos platos
dependía su vida. El cocinero abrió la nevera, después observó el
armario donde había unas pocas latas, en su mente izó un resumen
mental de los platos que podía hacer, aprovechando todo lo que
tenía. Al ver de lo que disponía, se dio cuenta que innovaría unos
platos con plátano.
De
primero empezó ha hacer unas Berenjenas rellenas de pollo y plátano:
Cogió
los ingredientes necesarios: 2 berenjenas, 2 plátanos, 1 cebolla, 1 pimiento verde, 1 pimiento
rojo, 6 tomates, 2 pechugas de pollo, 50 gr. queso. 1 cucharada
pimentón, aceite, sal, cebollino
y menta.
Después
de preparar todo lo necesario, cortó las berenjenas en dos mitades.
Cortó la parte de la piel y en el centro de la carne izó unas
incisiones sin dañar la piel. Las puso a cocer en agua caliente con
un poquito de sal. Para que no flotasen, colocó una cazuela de barro
encima y así las cubrió el agua. Luego dejó unos 17 minutos y las
vació. La carne la separo sin dañar la piel y la picó bien. El
pulso no le temblaba nada, aunque sabía que su vida dependía de lo
que estaba haciendo, pero era todo un profesional en la cocina, y
cuando cocinaba se centraba sólo en lo hacía. El buen cocinero, por
otro lado izó el relleno, empezó a sofreír la cebolla, y mientras
cortó el pimiento en dados pequeños. Los añadió también con la
cebolla. Izó lo mismo con el calabacín, puso unas hojas de menta,
la carne de la berenjena que había picado y las pechugas de pollo,
también cortadas en dados.
Escuchó
un chillido en el salón pero no izó caso, continuo con la
preparación del plato, puso a escaldar los tomates para poder pelar
los mejor y los picó. Después lo añadió poco a poco al recipiente
con todo lo demás.
Puso
las berenjenas en una bandeja de horno y las rellenó con el pisto,
cuando estaba bien hecho. Añadió un poco de queso rallado por
encima para que se fundiese y cuando estaba listo fue a servirlo.
Los
comensales apartaron sus dos pistolas de la mesa, uno de ellos le
pregunto por el nombre del plato, el cocinero era la primera vez que
hacía ese plato, y dijo que se llamaba “berenjenas rellenas de
pollo y plátano”. Los dos comensales, empezaron a comerlo, y les
gustaba. El cocinero volvió rápido a la cocina para preparar el
siguiente plato.
El
cocinero coloco los ingredientes encima de la mesa:
4
calabacines, 4 plátanos, 4 lonchas jamón serrano, 8 pimientos
piquillo, 4 dientes ajo, 1 cebolla, 1 lata atún en conserva, aceite
y sal. Pensó que este plato lo iba a llamar “Vasitos de Calabacín
con Plátanos”. Lavó los calabacines y los troceo en porciones de
5 cm. Aproximadamente, puso a hervir estas porciones en abundante
agua con sal durante siete minutos, dejó enfriar y vaciar su
interior dejando integra la piel y la base, en forma de vaso.
El
cocinero, puso a cocer los plátanos
(maduros), que había pelado,
lo pasó por un pasa-purés, con este puré relleno los vasitos de
calabacín. Aparte en una sartén doró la cebolla y los ajos picados
finamente, acto seguido añadió el jamón cortado en dados y los
pimientos del “piquillo” en tiras, mantuvo a fuego medio diez
minutos, sazonó con sal y repartió este saltado sobre el puré de
patata. Luego decoró los vasitos con un trozo de atún en conserva,
en seguida lo sirvió caliente.
Los
dos comensales, estaban muy contentos con el primer plato, y estaban
ansiosos para el segundo. El cocinero tenía el tiempo justo para
preparar algo de postre, y con ello salvar su vida. Pero sólo le
quedaban unos plátanos y chocolate. Además esta vez disponía de
menos tiempo para prepararlo.
El
cocinero fundió en el microondas chocolate blanco y chocolate negro,
peló los plátanos. Cortó los plátanos, bañó los trozos de
plátano con el chocolate blanco, y dejó reposar sobre una rejilla
del microondas. Lo puso en el congelador, fue ha ver si ya se habían
terminado el último plato, como lo estaban terminando, el cocinero
decidió entretenerles con un par de chistes para ganar tiempo. Los
dos comensales rieron bastante, y comieron más lento. Cuando
terminaron les puso una limonada y, fue a por el postre. Cogió el
chocolate solidificado del congelador, y lo bañó la mitad con
chocolate negro. Lo sirvió en la mesa, y los dos comensales
comieron. Los comensales decidieron que no iban a disparar contra el
cocinero, porque estaban satisfechos con la comida, los dos
comensales después de la comida liberaron a dos rehenes. Observaron
a los policías que estaban fuera, los policías aparcaron un coche
en frente del pequeño restaurante, a cambio liberaron a todos los
rehenes excepto dos. Se quedaron con el cocinero y, con una mujer.
Los dos delincuentes, cogieron dos manteles cada uno llevaba a uno de
los rehenes hacía el coche, los manteles les cubrían la cabeza y
los franco tiradores no dispararon. Uno de los criminales ordenó
conducir al cocinero, mientras se sentaba a su lado apuntándole con
una pistola. El otro criminal, se sentó detrás junto con la mujer,
sujetaba una bolsa con todo el dinero que habían robado. Los
criminales no sabían que el coche estaba siendo seguido, el coche
tenía en su interior unas instalaciones que la policía había
añadido para poder perseguirles a distancia.
Los
dos criminales no veían a nadie que les persiguiese, se sentía
tranquilos. Pero querían cambiar de coche para asegurarse, giraron
en una esquina para robar un coche. El cocinero aparcó el coche,
pero tenía miedo de que la policía no les pudiera seguir, sacó de
su chaqueta unos caramelos muy picantes, uno de ellos no picaba y se
lo comió delante de los atracadores. Entonces, los dos criminales le
pidieron caramelos, el cocinero les dio los dos caramelos muy
picantes que tenía. Eran unos caramelos que el cocinero había
hecho, sabía que en el interior de los caramelos tenían una
sustancia muy picante. No eran los típicos caramelos “de broma”
estos eran mucho más fuertes. Los atracadores los metieron en la
boca, la capa exterior de los caramelos era dulce el picante
estaba en el interior, en forma líquida. Al subirse en otro coche,
la garganta de los criminales “ardía como el fuego”, bajaron la
guardia, a uno de ellos se le cayó la pistola, y apenas podía
hablar, el otro se lamentaba de la garganta, y le dio la espalda a
los rehenes, como no sujetaban las pistolas, el cocinero les dio
fuerte en la cabeza a los dos. Perdieron el conocimiento, la mujer y
el cocinero aprovecharon para ponerse a salvo. La policía detuvo a
los dos criminales, la policía consideró al cocinero como un héroe.