jueves, 14 de febrero de 2013

SALVADO POR LA COMIDA


Para inaugurar este blog dedicado a cocinar y comer saludablemente, nada mejor que contar un micro-relato  con algunos platos de por medio...
El cocinero estaba en aquella cocina, sabía que podía morir ese mismo día, él dependía de los platos que preparase para salvar su vida. Los dos comensales habían amenazado con matar le si no les gustaba la comida.
El cocinero tenía que preparar dos buenos platos, de esos platos dependía su vida. El cocinero abrió la nevera, después observó el armario donde había unas pocas latas, en su mente izó un resumen mental de los platos que podía hacer, aprovechando todo lo que tenía. Al ver de lo que disponía, se dio cuenta que innovaría unos platos con plátano.
De primero empezó ha hacer unas Berenjenas rellenas de pollo y plátano:
Cogió los ingredientes necesarios: 2 berenjenas, 2 plátanos, 1 cebolla, 1 pimiento verde, 1 pimiento rojo, 6 tomates, 2 pechugas de pollo, 50 gr. queso. 1 cucharada pimentón, aceite, sal, cebollino y menta.
Después de preparar todo lo necesario, cortó las berenjenas en dos mitades. Cortó la parte de la piel y en el centro de la carne izó unas incisiones sin dañar la piel. Las puso a cocer en agua caliente con un poquito de sal. Para que no flotasen, colocó una cazuela de barro encima y así las cubrió el agua. Luego dejó unos 17 minutos y las vació. La carne la separo sin dañar la piel y la picó bien. El pulso no le temblaba nada, aunque sabía que su vida dependía de lo que estaba haciendo, pero era todo un profesional en la cocina, y cuando cocinaba se centraba sólo en lo hacía. El buen cocinero, por otro lado izó el relleno, empezó a sofreír la cebolla, y mientras cortó el pimiento en dados pequeños. Los añadió también con la cebolla. Izó lo mismo con el calabacín, puso unas hojas de menta, la carne de la berenjena que había picado y las pechugas de pollo, también cortadas en dados.
Escuchó un chillido en el salón pero no izó caso, continuo con la preparación del plato, puso a escaldar los tomates para poder pelar los mejor y los picó. Después lo añadió poco a poco al recipiente con todo lo demás.
Puso las berenjenas en una bandeja de horno y las rellenó con el pisto, cuando estaba bien hecho. Añadió un poco de queso rallado por encima para que se fundiese y cuando estaba listo fue a servirlo.
Los comensales apartaron sus dos pistolas de la mesa, uno de ellos le pregunto por el nombre del plato, el cocinero era la primera vez que hacía ese plato, y dijo que se llamaba “berenjenas rellenas de pollo y plátano”. Los dos comensales, empezaron a comerlo, y les gustaba. El cocinero volvió rápido a la cocina para preparar el siguiente plato.
El cocinero coloco los ingredientes encima de la mesa: 4 calabacines, 4 plátanos, 4 lonchas jamón serrano, 8 pimientos piquillo, 4 dientes ajo, 1 cebolla, 1 lata atún en conserva, aceite y sal. Pensó que este plato lo iba a llamar “Vasitos de Calabacín con Plátanos”. Lavó los calabacines y los troceo en porciones de 5 cm. Aproximadamente, puso a hervir estas porciones en abundante agua con sal durante siete minutos, dejó enfriar y vaciar su interior dejando integra la piel y la base, en forma de vaso.
El cocinero, puso a cocer los plátanos (maduros), que había pelado, lo pasó por un pasa-purés, con este puré relleno los vasitos de calabacín. Aparte en una sartén doró la cebolla y los ajos picados finamente, acto seguido añadió el jamón cortado en dados y los pimientos del “piquillo” en tiras, mantuvo a fuego medio diez minutos, sazonó con sal y repartió este saltado sobre el puré de patata. Luego decoró los vasitos con un trozo de atún en conserva, en seguida lo sirvió caliente.
Los dos comensales, estaban muy contentos con el primer plato, y estaban ansiosos para el segundo. El cocinero tenía el tiempo justo para preparar algo de postre, y con ello salvar su vida. Pero sólo le quedaban unos plátanos y chocolate. Además esta vez disponía de menos tiempo para prepararlo.
El cocinero fundió en el microondas chocolate blanco y chocolate negro, peló los plátanos. Cortó los plátanos, bañó los trozos de plátano con el chocolate blanco, y dejó reposar sobre una rejilla del microondas. Lo puso en el congelador, fue ha ver si ya se habían terminado el último plato, como lo estaban terminando, el cocinero decidió entretenerles con un par de chistes para ganar tiempo. Los dos comensales rieron bastante, y comieron más lento. Cuando terminaron les puso una limonada y, fue a por el postre. Cogió el chocolate solidificado del congelador, y lo bañó la mitad con chocolate negro. Lo sirvió en la mesa, y los dos comensales comieron. Los comensales decidieron que no iban a disparar contra el cocinero, porque estaban satisfechos con la comida, los dos comensales después de la comida liberaron a dos rehenes. Observaron a los policías que estaban fuera, los policías aparcaron un coche en frente del pequeño restaurante, a cambio liberaron a todos los rehenes excepto dos. Se quedaron con el cocinero y, con una mujer. Los dos delincuentes, cogieron dos manteles cada uno llevaba a uno de los rehenes hacía el coche, los manteles les cubrían la cabeza y los franco tiradores no dispararon. Uno de los criminales ordenó conducir al cocinero, mientras se sentaba a su lado apuntándole con una pistola. El otro criminal, se sentó detrás junto con la mujer, sujetaba una bolsa con todo el dinero que habían robado. Los criminales no sabían que el coche estaba siendo seguido, el coche tenía en su interior unas instalaciones que la policía había añadido para poder perseguirles a distancia.
Los dos criminales no veían a nadie que les persiguiese, se sentía tranquilos. Pero querían cambiar de coche para asegurarse, giraron en una esquina para robar un coche. El cocinero aparcó el coche, pero tenía miedo de que la policía no les pudiera seguir, sacó de su chaqueta unos caramelos muy picantes, uno de ellos no picaba y se lo comió delante de los atracadores. Entonces, los dos criminales le pidieron caramelos, el cocinero les dio los dos caramelos muy picantes que tenía. Eran unos caramelos que el cocinero había hecho, sabía que en el interior de los caramelos tenían una sustancia muy picante. No eran los típicos caramelos “de broma” estos eran mucho más fuertes. Los atracadores los metieron en la boca, la capa exterior de los caramelos era dulce el picante estaba en el interior, en forma líquida. Al subirse en otro coche, la garganta de los criminales “ardía como el fuego”, bajaron la guardia, a uno de ellos se le cayó la pistola, y apenas podía hablar, el otro se lamentaba de la garganta, y le dio la espalda a los rehenes, como no sujetaban las pistolas, el cocinero les dio fuerte en la cabeza a los dos. Perdieron el conocimiento, la mujer y el cocinero aprovecharon para ponerse a salvo. La policía detuvo a los dos criminales, la policía consideró al cocinero como un héroe.